Antes de entrar en la materia de este blog propiamente dicha, creo que es importante repasar, aunque sea someramente, qué es la heráldica, para que sirve y las normas básicas.
Según la Gran Enciclopedia Catalana, la heráldica es la ciencia que se dedica al estudio de los escudos de armas. También la conoce como arte heráldico, blasón o ciencia del blasón. Veamos:
La heráldica como la conocemos actualmente, aparece ya iniciado el siglo XI en Francia como una manera de identificar a los contendientes en un campo de batalla. Anteriormente en Grecia y Roma, así como en la alta Edad Media, existía ya la costumbre de decorar los escudos de armas, lo que podríamos considerar una especie de protoheráldica pero, al no estar regulada y al ser algo meramente personal o representativo de una dignidad y no hereditario, no podemos considerarlo como heráldico.
Es fácil imaginar que, en el fragor de la batalla, al estar los caballeros cubiertos por la armadura y por su pieza de cabeza –el yelmo- se hacía imposible reconocer al amigo del enemigo. De ahí que empezaran a surgir, en los escudos defensivos, figuras o señales con las que los combatientes podían distinguirse entre sí.
Con el paso del tiempo, dichas figuras empiezan a complicarse y surge la necesidad de regular lo que acabará convirtiéndose en una ciencia con sus propias normas y su propio lenguaje. Los encargados de crear, verificar y regular todo lo relacionado con las armerías fueron los heraldos o reyes de armas, tema que trataremos en su momento.
El tiempo también hace que los dibujos de los escudos acaben pasando de ser identificativos de una persona a serlo de un linaje, de ahí que se conviertan en hereditarios. Importante: los escudos no lo son de los apellidos si no de los linajes. De ahí que dos personas que se llamen Martínez, aunque compartan el mismo apellido, no tengan nada que ver y, por lo tanto, no puedan tener el mismo escudo. No comparten el mismo linaje.
Los esmaltes, que es como en heráldica se llama a los colores, se dividen en metales y colores. Los metales son dos: oro (amarillo) y plata (blanco o gris claro). Los colores son cinco: gules (rojo), sable (negro), sinople (verde), azur (azul) y púrpura.
Por último creo que es importante recordar la más importante ley heráldica: la regla de contrariedad de colores. Ésta se define como “nunca metal sobre metal ni color sobre color”. El motivo de esta regla es que los caballeros tenían que reconocerse a menudo desde distancias considerables. Si pensamos que los metales son colores claros y los colores son más oscuros, si se coloca una figura oscura sobre un fondo oscuro, o una clara sobre fondo claro, el reconocimiento en la distancia se hace difícil. Lo importante en estos casos era buscar el contraste entre el campo del escudo (el fondo) y el mueble o muebles que cargara (las figuras).
Esta misma regla se emplea en la actualidad para el diseño de las señales de tráfico, y con la misma finalidad.
Según la Gran Enciclopedia Catalana, la heráldica es la ciencia que se dedica al estudio de los escudos de armas. También la conoce como arte heráldico, blasón o ciencia del blasón. Veamos:
La heráldica como la conocemos actualmente, aparece ya iniciado el siglo XI en Francia como una manera de identificar a los contendientes en un campo de batalla. Anteriormente en Grecia y Roma, así como en la alta Edad Media, existía ya la costumbre de decorar los escudos de armas, lo que podríamos considerar una especie de protoheráldica pero, al no estar regulada y al ser algo meramente personal o representativo de una dignidad y no hereditario, no podemos considerarlo como heráldico.
Es fácil imaginar que, en el fragor de la batalla, al estar los caballeros cubiertos por la armadura y por su pieza de cabeza –el yelmo- se hacía imposible reconocer al amigo del enemigo. De ahí que empezaran a surgir, en los escudos defensivos, figuras o señales con las que los combatientes podían distinguirse entre sí.
Con el paso del tiempo, dichas figuras empiezan a complicarse y surge la necesidad de regular lo que acabará convirtiéndose en una ciencia con sus propias normas y su propio lenguaje. Los encargados de crear, verificar y regular todo lo relacionado con las armerías fueron los heraldos o reyes de armas, tema que trataremos en su momento.
El tiempo también hace que los dibujos de los escudos acaben pasando de ser identificativos de una persona a serlo de un linaje, de ahí que se conviertan en hereditarios. Importante: los escudos no lo son de los apellidos si no de los linajes. De ahí que dos personas que se llamen Martínez, aunque compartan el mismo apellido, no tengan nada que ver y, por lo tanto, no puedan tener el mismo escudo. No comparten el mismo linaje.
Los esmaltes, que es como en heráldica se llama a los colores, se dividen en metales y colores. Los metales son dos: oro (amarillo) y plata (blanco o gris claro). Los colores son cinco: gules (rojo), sable (negro), sinople (verde), azur (azul) y púrpura.
Por último creo que es importante recordar la más importante ley heráldica: la regla de contrariedad de colores. Ésta se define como “nunca metal sobre metal ni color sobre color”. El motivo de esta regla es que los caballeros tenían que reconocerse a menudo desde distancias considerables. Si pensamos que los metales son colores claros y los colores son más oscuros, si se coloca una figura oscura sobre un fondo oscuro, o una clara sobre fondo claro, el reconocimiento en la distancia se hace difícil. Lo importante en estos casos era buscar el contraste entre el campo del escudo (el fondo) y el mueble o muebles que cargara (las figuras).
Esta misma regla se emplea en la actualidad para el diseño de las señales de tráfico, y con la misma finalidad.
Escudo de Armas del linaje de Cruïlles de Peratallada, del cual desciendo.
En campo de gules, sembrado de crucetas de plata