Reseña que, de la conferencia recomendada el viernes y celebrada el lunes sobre el virrey Amat, hizo La Vanguardia el pasado martes día 22.
El hombre que pudo ser Tahití
El ciclo sobre los virreyes catalanes en América concluye
con la colosal figura de Manuel Amat
Justo Barranco
Barcelona
Una figura colosal. Un personaje a través del cual se puede
conocer de primera mano la política exterior española del siglo XVIII. Un hábil
militar y eficaz político que, además, se empapó en Italia de la cultura del
Renacimiento y del Barroco, que luego llevaría a América, a la arquitectura de
Lima. Es el famoso virrey Amat, Manuel Amat i Junyent, nacido en Vacarisses en
1704 en una aristocrática familia y que de 1761 a 1776 sería virrey del Perú. Y
sería un gran gobernante, explicó ayer la catedrática de Historia moderna de la
Universitat de Barcelona María Ángeles Pérez Samper en una conferencia que
serró el ciclo Virreyes catalanes en
América.
Y es que, señaló la profesora, Amat supo defender el
vastísimo territorio del virreinato del Perú en una época complicada debido a
la amenaza inglesa, y además acrecentó los ingresos por la extracción de plata,
vitales para llevar a cabo el proyecto ilustrado en España. Él mismo promovió
la cultura –señaladamente las matemáticas- y grandes programas de obras
públicas, en cuyos diseños arquitectónicos intervino.
De hecho, Amat sería importante para los intereses de la
monarquía española del siglo XVIII: cuando el objetivo era el Mediterráneo,
recuperar Nápoles y Sicilia, el joven Amat luchó allí, destacando en la batalla
de Bitondo. Luego, cuando el objetivo fue el Atlántico –el XVIII fue la época
de máxima extensión de los territorios españoles en América-, sería gobernador
de Chile y virrey del Perú, donde reforzó las defensas, organizó una administración
eficaz, fomentó la economía y realizó expediciones a la isla de Pascua y a la
actual Polinesia francesa que, dijo Pérez Samper, pudo ser española: la isla de
Tahití fue bautizada como isla de Amat y se envió una misión que no arraigó.
Tampoco faltaron anécdotas en su vida amorosa: soltero,
escandalizó a la sociedad peruana por sus amores con la actriz Micaela
Villegas, apodada La Perricholi y cuya historia dio pie a una opereta de
Offenbach. Y cuando regresó a Barcelona septuagenario, casó con la joven
Francesca Fiveller, a la que su sobrino había pedido matrimonio sin
materializarlo, dejándola en difícil situación. Vivieron en el palacio que Amat
había erigido en la Rambla, pero él murió pronto, en 1782, y el palacio se
conocería como de la Virreina.
Alfonso Martínez de Irujo, duque de Aliaga y presidente de
la Fundación Cultural de la Nobleza Española, que coorganizaba el ciclo con la
Residència d’Investigadors –sede del acto- y la Fundación Santander, cerró la
sesión satisfecho de haber proyectado luz sobre el poco conocido papel de la
nobleza catalana y vaticinó nuevas charlas para profundizar en él y agradeció a
Javier Godó, conde de Godó, presente en el acto, su colaboración y ayuda en el
ciclo.