Los trucos de Super Isabel II
Nunca estornuda, jamás se le vuela un sombrero o se le levanta la falda...
¿Has notado alguna vez que la reina Isabel nunca estornuda en
público? ¿Te has dado cuenta de que cuando sale de un avión las feroces
ráfagas de viento nunca la despeinan un pelo? ¿Has observado que nunca
enseña la rodilla al salir de un coche o un carruaje? Isabel II parece
una super Reina, pero no tiene superpoderes, sino supertrucos secretos
para haberse convertido en la Reina de todas las Reinas.
Durante sus 60 años de reinado, la soberana ha visitado más de 100
países y, de paso, ha perfeccionado el arte de la representación regia
manteniendo la calma bajo presión. No importa lo cálido o húmedo que sea
el clima, nadie ha visto jamás la más mínima gota de sudor en la frente
de la soberana inglesa. Y la razón no es otra que la reina Isabel,
según su diseñador Stewart Parvin, es generalmente “una persona fría”,
además de que siempre lleva ropa ancha y fibras cien por cien naturales
(algodón y lana).
Que hace un viento huracanado, la reina Isabel ni se despeina debido a
una exclusiva loción. Ni tampoco se le levanta la falda por encima de
la rodilla a la salida de un coche: no se le vuela, no porque introduzca
un peso de plomo en sus dobladillos, sino porque todos sus vestidos y
trajes tienen enaguas que no lo permiten.
Pero, en caso de contratiempo, como una mancha o un roto, Angela
Kelly, su asistente personal, se asegura de tener a mano un duplicado de
cada traje. Así la Reina puede cambiarse discretamente de conjunto, sin
que nadie lo sepa. Ya en palacio se lavarán a mano como siempre.
Ninguna prenda del guardarropa de la reina Isabel se limpia en seco en
una tintorería, sino que se cuecen al vapor para evitar malos olores
químicos.
¿Rata gigante, Su Majestad?
La impecable imagen de la Reina se debe a un leal equipo. Antes de emprender cualquier viaje al extranjero, su secretario privado, su dama de honor, el secretario de prensa y la policía ultiman los detalles con muchos meses de antelación para resolver cualquier potencial dificultad.
Su trabajo es no dejar nada al azar. Ningún imprevisto: ni el posible
clima ni las exquisiteces que se ofrecerán. Cada menú propuesto se
anticipa a la Reina para su aprobación personal. Su equipo debe
asegurarse de que nada que tome eleve su temperatura corporal o pueda
ocasionarle alguna molestia estomacal. Los mariscos también están
descartados.
Pero incluso con una planificación meticulosa, de vez en cuando las
cosas no marchan como deben. Durante su primera gira a Belice en 1985,
se le ofreció una especialidad local llamada gibnut. A pesar de su
preocupación, probó uno o dos mordiscos sin darse cuenta de que el plato
en cuestión era rata gigante. Un año más tarde, durante su histórica
visita a China, la reina Isabel supo en el último momento que tenía que
comer con palillos, un talento que no había llegado a dominar. Pero no
se opuso a sentarse en el suelo y a comer con las manos con el rey
Hassan de Marruecos en una visita de Estado.
Amiga de los remedios naturales
Sesenta frascos de remedios naturales ocupan un lugar preferente en el equipaje de la Reina, que puede llegar a pesar más de cuatro toneladas en los extensos viajes al extranjero. Sin ellos no viajaría a cualquier sitio. La soberana confía tanto en la naturopatía como alternativa a la medicina convencional que llegó a tratar homeopáticamente incluso a uno de sus corgis. El perro, que tenía una pata herida, se curó en pocos días con el ungüento proporcionado por la reina Isabel: "Si es lo suficientemente bueno para mí, debe ser lo suficientemente bueno para mis perros", respondió cuando se le preguntó por que había utilizado aquel remedio como tratamiento.
Así que no faltan botes de vitaminas, tratamientos para cada tipo de
dolencia y hasta un aparato eléctrico para masajear los hombros o las
doloridas muñecas de la reina Isabel que, como alguien dijo una vez, "se
gana la vida dando la mano". En cuanto a su truco para no estornudar es
sencillo: si la Reina tiene un compromiso al aire libre y es probable
que pueda tener problemas con el polen, toma un antídoto contra la
fiebre del heno.
¿Qué lleva en el bolso?
El bolso de Isabel II guarda lo fundamental: un pañuelo, una barra de labios, un pequeño espejo y una copia del programa del día, pero una de sus damas de honor lleva lo que se conoce como la Bolsa Marrón con todo lo necesario en caso de emergencia: pares de medias de repuesto, guantes, edulcorantes y un pañuelo húmedo con aroma a lavanda en caso de calor extremo. Reina previsora vale por toda una super Reina.
Fuente: La Vanguardia (29/05/2012)