En tiempos pretéritos la heráldica y el resto de materias afines tenían una gran consideración social. De tal modo que nadie que pretendiera gozar de cierta posición podía obviar el hacerse con un escudo de armas.
Hoy en día la heráldica no está en su mejor momento. Es cierto que sigue viva, pero en muy peores condiciones que hace unos años. Ya no interesa a casi nadie. Empezando por las más altas instituciones del Estado. No obstante, queda un grupo de irreductibles –al estilo de los galos de Astérix y Obélix- que se empeñan en mantener viva y al día la ciencia del blasón: la comunidad heráldica. Una pequeña colectividad de amantes de la historia y sus ciencias satélites en los que recae, hoy, la responsabilidad de que la heráldica no se hunda, definitivamente, en el olvido. Esta comunidad está compuesta por los actuales Cronistas-Reyes de Armas que, en el ámbito de sus comunidades, diseñan, registran y oficializan, además de asesorar en la materia, escudos de armas. Existen también Reyes de Armas en algunas corporaciones nobiliarias. Hay, asimismo, grandes expertos que, aunque no ostentan cargo institucional alguno, enriquecen, y mucho, el panorama heráldico con sus estudios, tratados y publicaciones. Existen también diversas asociaciones que mantienen vivo el interés por estas ciencias a través de la organización de cursos, simposios, debates, conferencias, lo que viene a demostrar la existencia de una base, de una cantera, de aficionados a estás cosas que constituyen una pequeña luz en la oscuridad heráldica actual. Por último, existe también una comunidad heráldica on-line, la comunidad (h)e-ráldica, que, canalizada a través de los diferentes espacios virtuales que siembran, afortunadamente, la red de redes, realizan una muy importante labor al llegar a un público amplísimo que, de otra manera, no podría acceder a este apasionante mundillo. No obstante, y a pesar de lo expuesto anteriormente, la comunidad heráldica es muy pequeña. Diminuta en realidad.
La heráldica y las ciencias afines no pueden permitirse que la comunidad que las cultiva ande en riñas constantemente. Desde aquí llamamos a la unión de todos para remar en una sola dirección y así devolver a las ciencias heróicas el lugar que nunca debieron perder.
Hoy en día la heráldica no está en su mejor momento. Es cierto que sigue viva, pero en muy peores condiciones que hace unos años. Ya no interesa a casi nadie. Empezando por las más altas instituciones del Estado. No obstante, queda un grupo de irreductibles –al estilo de los galos de Astérix y Obélix- que se empeñan en mantener viva y al día la ciencia del blasón: la comunidad heráldica. Una pequeña colectividad de amantes de la historia y sus ciencias satélites en los que recae, hoy, la responsabilidad de que la heráldica no se hunda, definitivamente, en el olvido. Esta comunidad está compuesta por los actuales Cronistas-Reyes de Armas que, en el ámbito de sus comunidades, diseñan, registran y oficializan, además de asesorar en la materia, escudos de armas. Existen también Reyes de Armas en algunas corporaciones nobiliarias. Hay, asimismo, grandes expertos que, aunque no ostentan cargo institucional alguno, enriquecen, y mucho, el panorama heráldico con sus estudios, tratados y publicaciones. Existen también diversas asociaciones que mantienen vivo el interés por estas ciencias a través de la organización de cursos, simposios, debates, conferencias, lo que viene a demostrar la existencia de una base, de una cantera, de aficionados a estás cosas que constituyen una pequeña luz en la oscuridad heráldica actual. Por último, existe también una comunidad heráldica on-line, la comunidad (h)e-ráldica, que, canalizada a través de los diferentes espacios virtuales que siembran, afortunadamente, la red de redes, realizan una muy importante labor al llegar a un público amplísimo que, de otra manera, no podría acceder a este apasionante mundillo. No obstante, y a pesar de lo expuesto anteriormente, la comunidad heráldica es muy pequeña. Diminuta en realidad.
El hecho de ser pocos debería hacernos estar unidos, pero parece que ocurre todo lo contrario: viejas (y nuevas) rencillas han conseguido que la heráldica en España se halle dividida en grupos cuya reconciliación parece complicada. No se va a citar en esta entrada ejemplo alguno, pues cada uno sabe perfectamente cual ha sido su proceder en determinados momentos.
Hoy, desde aquí, desde estos pequeños espacios virtuales, que, humildemente, pretenden mantener viva, en la medida de lo posible, la ciencia del blasón y otras afines, se hace un llamamiento a la reconciliación de aquellos que tuvieron en el pasado -lejano o reciente- enfados, discusiones o conflictos, con otros aficionados (o expertos). ¡Con los pocos que somos, no podemos llevarnos tan mal!
La heráldica y las ciencias afines no pueden permitirse que la comunidad que las cultiva ande en riñas constantemente. Desde aquí llamamos a la unión de todos para remar en una sola dirección y así devolver a las ciencias heróicas el lugar que nunca debieron perder.