A partir de los siglos XI y XII se inicia el desarrollo de los núcleos urbanos y, con ellos, empieza a surgir una nueva clase social: la de los ciudadanos y burgueses honrados. Esta nueva clase social necesitaba una vía de representación en las Cortes, y de ahí que se constituyera el Brazo Popular.
Este Brazo tuvo una gran importancia en la estructuración y en el dinamismo de las Cortes y llegó a adquirir, con el tiempo, mayor importancia que los otros dos.
Cuando en 1283 se constituyo el Brazo de forma oficial, lo formaban doce ciudades. A lo largo del tiempo, el número de ciudades representadas fue creciendo, más aun al reincorporarse los condados del Rosellón y la Cerdaña.
La designación de los representantes de las villas, en un primer momento se hacía por elección directa de los vecinos, pero posteriormente, a mediados del siglo XIV, la representación empezó a recaer sobre el consejo municipal.
Fernando II otorgó un privilegio por el cual, el consejero de Barcelona se convertía en el primer síndico de la ciudad.
Para asesorar a los síndicos y a los representantes de las ciudades, se creó la vigésimo cuarta de Corte que era una comisión de veinticuatro ciudadanos que asistían y facilitaban la labor de los representantes.